Viernes 20/5/2011. Salí de
casa a las 6 de la mañana, porque el bus salía a las 7 de Retiro. Fueron un
poco más de cuatro horas de viaje. La ruta 14 ahora es casi toda autovía.
Llegamos a Concepción del Uruguay y nos estaba esperando una combi que nos
llevó al Complejo Termal. Está en las afueras de la ciudad, y es como un barrio
cerrado con dos calles con casitas, piletas descubiertas, una gran carpa blanca
y adentro más piletas, y un restaurante con vista a la laguna, con puentecitos.
Eramos siete mujeres:
Sandra, Silvia, Zoraida, Hilda, Margot, Stella y yo.
Nos acomodamos en la
cabaña, que era una casita con dos dormitorios, baño, cocina, living y entrada
de auto con parrilla. Me tocó con Sandra y Silvia, que son primas. Ellas se
quedaron en el dormitorio con dos camas y yo en el otro, que tenía una cama
matrimonial.
Como ya eran más de la una
fuimos a comer al restaurante. Con mis compañeras de cabaña pedimos una picada
que estaba riquísima. Era un día de pleno verano. Después algunas se fueron a
las piletas, pero yo todavía no me decidía. Dormí un rato, me había levantado
muy temprano, hasta que se hizo la hora de cenar. Comimos en el restaurante del
complejo.
Sábado 21/5/2011. A las 9
de la mañana nos venían a buscar para hacer el city tour. Pero el horario de
desayuno era de 8,30 a 10,30. Había sólo media hora para desayunar y a las 8,30
no estaba listo. El desayuno consistía en café, te, yogur y jugos, tostadas,
medialunas saladas, manteca, dulce de leche, queso blanco y mermelada. Nos
llevaron al centro de la ciudad y pasamos por el Gran Hotel, donde me alojé
tantas veces cuando iba a dar clases a la universidad, hace 1000 años. Allí
subieron otras personas.
Concepción del Uruguay es
una ciudad de frontera fundada el 25 de junio de 1783 por un nicaragüense de apellido Rocamora,
que había ido a España a estudiar, se unió al ejército español, y fue enviado
al Virreinato del Río de la
Plata a fundar ciudades. La llamó Villa de la Inmaculada Concepción
del Uruguay. La patrona de la ciudad es la Virgen de la Concepción. Rocamora
fundó también en ese año 1783 Gualeguay y Gualeguaychú, que en guaraní
significa ¨río de aguas mansas¨.
Por ser ciudad de frontera,
Concepción del Uruguay tiene una base militar, y su actividad económica
principal es la avicultura. Tiene 84000 habitantes, cuatro universidades y ocho
monumentos históricos nacionales.
Pasamos por la Plaza Constitución , que
recuerda la primera Constitución argentina de 1853 y que los lugareños llaman
plaza de la Columna ,
y por el puerto, que es el único de ultramar en la provincia de Entre Ríos. De
aquí salen barcos que llevan soja, arroz, maíz y trigo a los países asiáticos.
El puerto requiere dragado permanente para que puedan entrar los buques.
En Concepción del Uruguay
hay tres zonas altas: el cementerio, la plaza principal y el puerto. En la
plaza hay una torre en homenaje a Francisco Ramirez, el supremo entrerriano.
Frente a la plaza el
Colegio Nacional y la
Basílica , ambos cerrados por reparaciones, ya que fueron
incluidos en un proyecto de restauración vinculado al bicentenario. El
Presidente Frondizi vivió en esta ciudad y fue al Colegio Nacional.
Cuando terminó la visita a
la ciudad comimos muy rico en el Danubio, un restaurant sencillo que está
frente a la plaza, y después nos vinieron a buscar para ir al Palacio San José,
que era la residencia de Urquiza y el lugar donde lo mataron, y que está muy
mejorado desde la última vez que lo visité. En el Palacio San José se juró la reforma
constitucional el 24/8/1994.
Urquiza era un comerciante
de la zona, hijo de un terrateniente. Fue legislador y después diputado, a los
25 años. Tenía gran cantidad de empresas y este palacio impresionante en el
medio del campo. Fue el primer presidente después de la Constitución de 1853,
pero la provincia de Buenos Aires en ese momento estaba escindida.
Al entrar está ambientada
una pulpería con este muñeco que da un poco de miedo.
La capilla es muy bonita.
Tiene un cielorraso muy
vistoso y palcos con un trabajo de madera en las escaleras.
Los naranjos en el patio
están cargados de fruta.
Recorrimos las
habitaciones, incluso la de la tragedia (el asesinato de Urquiza). Todos tienen
cielorrasos de madera pintada.
Después fuimos a los
jardines.
Esta es una fuente en el
jardín sin agua con una escalera interior.
Y por último nos subimos
las siete a un carro y paseamos por los jardines. Pobre caballo.
Volvimos al complejo y
cenamos allí. Esta era la vista desde la ventana del restaurante:
Y ésta era mi cabaña:
Domingo 22/5/2011. Después
de desayunar nos enteramos de que se suspendía la navegación por el río Uruguay
porque no había buen clima. Durante el día llovió. Después del desayuno Zoraida
y Sandra fueron a comprar carne y Sandra hizo un asado espectacular. Unos
chorizos deliciosos, matambre que primero cocinó del lado de la grasa y después
dio vuelta, poniéndole por encima salsa criolla, y asado de tira. También
hicieron ensaladas.
Para que vinieran a limpiar
las cabañas y cambiaran las toallas había que llamar a la administración. Ese
día no llamamos, y Silvia, mi otra compañera de cabaña, limpió el piso. Me
tocaron dos compañeras muy hacendosas.
Por primera vez fui a la
pileta, no me entusiasma mucho el agua pero era agradable. Por supuesto a una
de las piletas dentro de la carpa y a la de 36 grados de temperatura.
A la noche cenamos en el
restaurante del complejo, y comí de postre una impresionante ensalada de
frutas.
Lunes 23/5/2011. Desayunamos y a las 10 de la mañana nos
vinieron a buscar para ir a navegar por el río. Había sol pero hacía frío, y
usé mi gorro lisboeta.
El barquito que llamaban
tracker era una lancha bastante precaria, pero no se metió en el río Uruguay
sino en los brazos, ya que frente al puerto hay varias islas. Dimos una vuelta
y vimos el puerto, la isla Camacuá con playa de arena muy blanca, el faro con la Stella Maris y lo que era el
Saladero Santa Cándida de Urquiza, que ahora está deshabitado.
Volvimos al puerto después
de una hora y media de navegación, y nos recomendaron comer en un restaurant
ubicado en un faro a dos kilómetros.
En el puerto la guía habló
con un hombre que vendía miel (todas querían comprar) y quedó en llevarla al
restaurante. Caminamos por la zona portuaria hasta que llegamos, pero estaba
cerrado.
En la puerta estaba el que
vendía miel esperándonos, le compraron todos los frascos que tenía y nos llevó
al centro a comer otra vez al Danubio, frente a la plaza, donde habíamos comido
muy rico. Al salir nos fue a buscar la combi. Había dos hombres trabajando en
la cúpula de la basílica.
Volvimos al Complejo y
decidí ir a la pileta. Descubrí que ahí cerca hay vestuarios donde uno puede
ducharse y volver vestido, porque había unas tres cuadras desde la cabaña hasta
las piletas y no estaba el clima para caminar con la malla mojada, la bata y
ojotas. Estuve bastante tiempo en la de 36 grados, y después en la de 37
grados, después me duché, me vestí y volví abrigada. Cenamos en el restaurante
del complejo. Por ser la última noche nos convidaron champagne.
Comimos de postre una
tarantella espectacular, una base tibia de manzanas con helado.
Martes 24/5/2011. El día
amaneció muy nublado y frío. Después de desayunar volví a la cabaña, no tenía
muchas ganas de ir a la pileta. Stella, que es una catamarqueña muy graciosa,
me preguntó si quería ir con ella a un kiosco de artesanías que había a mitad
de camino entre las cabañas y las piletas. Apenas lloviznaba cuando salimos.
Ella compró licor y mermelada, pero empezó a llover muy fuerte. Estuvimos como
una hora esperando que parara, y finalmente decidimos correr hasta el
restaurante. El hombre del negocio nos dió unas bolsas de plástico, que yo usé
como capa, pero Stella se hizo un sombrero para no mojarse el pelo.
En el restaurante había
calefacción y nos secamos. Después de almorzar seguía lloviendo, aunque un poco
menos, y nos hicimos capas con bolsas de consorcio que nos dieron allí para
volver a las cabañas.
A las 4 de la tarde nos
vinieron a buscar para llevarnos a la estación de buses y llovía
torrencialmente. El bus salió 5,10 y seguía lloviendo, y llovió todo el viaje.
En Buenos Aires también llovía. Llegamos a las 9,30 de la noche, me tomé un
taxi en Retiro y en 20 minutos estaba en casa.
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