Jueves 20/1/2011. A las 7
dejamos las valijas en el pasillo y nos fuimos a desayunar. Nos dirigimos a
Faro, capital de la provincia de Algarve. Tiene universidad y aeropuerto
internacional, uno de los tres de Portugal. Tiene 50000 habitantes y el
aeropuerto 4.000.000 de pasajeros anuales, porque en verano vienen hordas del
norte de Europa a esta zona. Fue una ciudad fenicia llamada Osonova. Su
reconquista en 1249 por el Rey Alfonso III representó la expulsión total de los
moros. En el Algarve la gente se dedica a la pesca y al turismo.
Faro fue afectado por el
terremoto de 1755, que tuvo el epicentro en el Atlántico cerca de Marruecos.
Bajamos en Faro y paseamos
por la ciudad, que está sobre el mar, al sur del país. Vimos la muralla, la
catedral, la ría y la marina.
Este es el Ayuntamiento de
Faro:
El frente de un edificio
estaba cubierto por una tela pintada_
Esta es la plaza, con
naranjos:
El edificio más bonito está
sobre la plaza, es de estilo morisco y pertenece al Banco de Portugal.
Todas las veredas de
Portugal son de piedra caliza y basalto; la primera es clara y la segunda
oscura, y forman dibujos.
Seguimos hacia el este
hasta llegar al río Guadiana, que es la frontera con España. Allí está el
puente internacional sobre el Guadiana y Sevilla está a sólo 145 km. Ya vimos
este río cuando pasamos por Mérida, y lo volvimos a encontrar acá.
Ahí doblamos hacia el
norte, y pasamos por una represa.
Nos dirigimos a Mertola, otra vez en la provincia de
Alentejo. Mertola era un poblado árabe llamado Martilis. Los árabes, siguiendo
las enseñanzas de Mahoma, viajaban para difundir sus creencias, y así se
expandieron por el norte de Africa y la península ibérica.
Paramos en Mertola y
subimos por callecitas empinadas hacia el castillo.
Adentro del castillo hay
almendros y almendras caídas en el piso, que comimos. Eran un poquito amargas
pero ricas.
La zona está llena de
almendros en flor:
Al bajar del castillo entré
en un almacén y compré jugo de ananá en botella, que era riquísimo.
En una pared hay un mural:
Subimos nuevamente al
ómnibus para ir a Evora. A la vera del camino hay cigueñas en cada poste de
luz, viñedos, olivares, encinas (de la cual salen las bellotas que comen los
cerdos ibéricos) y tierra colorada como la de Misiones.
Esta zona es productora de
aceite de oliva, y para hacer un litro de aceite se necesitan 4 kg de
aceitunas, que se prensan con carozo y todo. Pasamos por Beja, que es la
capital del Bajo Alentejo, como Evora es la capital del Alto Alentejo.
Evora es patrimonio de la
humanidad. Comimos en un bar con mesas en la calle peatonal, incluso un brownie
con helado, y vimos la catedral construida en el siglo XIII, con unas torres
muy originales, el Templo de Diana de cuando Evora era la ciudad romana llamada
Ebora Cerfalis, y la Capilla
de los Huesos, revestida de huesos humanos de 5000 cadáveres y donde hay una
leyenda que dice: ¨Los huesos que aquí estamos por los vuestros esperamos¨.
Cuando llegamos a Evora vi
un cartel en la calle que decía ´ciudad digital´, hay wi fi en la ciudad.
Después de ver los monumentos me senté en un bar en la vereda a tomar un café,
me conecté a Internet, envié los mails y leí los diarios.
A las 17,15 subimos otra
vez a los ómnibus y nos trajeron al Evora Hotel, que está a 2 km del centro. No
teníamos hambre así que nos fuimos a dormir temprano, mañana volvemos a salir a
las 8.
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