Sábado 21/7/2012. Tomé un café y comí un bollo en el hotel y a las
8,30 estaba tomando el tranvía a Atxuri, desde allí sale el Euskotren a
Guernica. Salió a las 9,18 y llegó en poco menos de una hora.
Allí pregunté por información de Turismo y me indicaron cómo llegar al
Museo de la Paz ,
es una ciudad chiquita y estaba ahí nomás.
En el Museo, hay escombros bajo el piso de cristal, restos de lo que
quedó del pueblo el 26 de abril de 1937, plena Guerra Civil Española, cuando
aviones alemanes, con la anuencia de Franco, la bombardearon durante horas.
Allí se explica el significado de la paz, y que, muchos años después el
presidente alemán Herzog inició la reconciliación, reconociendo el daño causado
y pidiendo perdón a los sobrevivientes.
Me hizo pensar en la historia argentina reciente, pero, como allí
decía en un cartel, es necesario que el daño sea reconocido para que exista
reconciliación, y nuestro caso es más
complejo porque las dos partes hicieron daño, y ninguna quiere reconocerlo.
Entré en una habitación ambientada en la época y la puerta se cerró.
Una de las paredes era un gran espejo. En el audio hablaba Begoña, una
sobreviviente que contaba cómo era su vida antes del bombardeo, que cuidaba a
sus hijos, cocinaba, jugaba a las cartas con las vecinas y en sus ratos libres armaba
alpargatas porque el sueldo de su marido no alcanzaba. De repente empezaron a
sonar las sirenas, se apagaron las luces y comenzó el bombardeo. Detrás de la
pared que parecía un espejo aparecieron los escombros. Impresionante, me hizo
llorar.
En otra sala ví un video donde se contaba la historia del famoso
cuadro llamado “Guernica”, que el gobierno republicano encargó a Picasso y que
fue pintado inmediatamente después de la destrucción del pueblo. Se exhibió en
una exposición en París hacia fines de ese mismo año 1937 para llamar la
atención del mundo sobre lo que estaba ocurriendo en España. A principios de
1938, cuando terminó la exposición, Franco ya había ocupado el norte del país y
nadie lo reclamó. Fue el mismo Picasso quien lo mandó al Museo de Arte Moderno
de Nueva York, donde estuvo durante 42 años, hasta que finalmente fue
restituido a España después de muchas controversias y negociaciones, ya que el
autor había muerto en 1973, y había dejado firmado un documento en el cual
decía que el dueño era el pueblo español, y que debía ser devuelto cuando en
España hubiera una república.
Cuando salí del museo pasé por la Iglesia de Santa María, que no fue bombardeada,
entré en los jardines de la Casa
de Juntas, donde está el árbol de Guernica y vi una copia en cerámica del
cuadro, que se exhibe en una calle.
Tomé el tren de vuelta a Bilbao y me bajé en la estación de Atxuri. En
la vereda, el símbolo del Camino de Santiago, por aquí también pasa.
Di unas
vueltas por el Casco Viejo, ví alguna de las siete calles a las cuales se
circunscribía la ciudad en la Edad Media
y la Catedral
de Santiago, que estaba cerrada.
En un barcito comí dos pintxos, uno de chorizo colorado y otro de
queso y algo que parecía una milanesa, y tomé txacolí, que es un vino blanco
suavísimo y exquisito.
Volví a tomar el tranvía, me bajé en el Museo Guggenheim y de allí
caminé unas cuadras hasta el Museo de Bellas Artes. Está frente a la Plaza Circular , rodeada de
hermosos edificios.
El museo tiene tres plantas y lo recorrí con audioguía, hay
pintura y escultura de los siglos XV a XX.
Volví al hotel en el tranvía a descansar un poco. Eran las 6,30 de la
tarde, me recosté y me quedé dormida. Me desperté a las 9, pleno día todavía, y
salí a comer otros pintxos y tomar otro txacolí. Después volví al hotel, tomé
un café.y subí a mi cuarto a escribir y bajar las fotos. Para acceder a
Internet tengo que bajar al lobby.
En el teléfono y por twitter voy siguiendo las noticias de Argentina.
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