Lunes 16/1/2011. FLORENCIA. A las 8 ya había desayunado, y salimos para Florencia. Abro los ojos a la mañana y tengo que pensar en qué ciudad estoy. El grupo que teníamos hasta ayer se separó, algunos ya volvían a América y otros hacían diferentes circuitos. Del grupo original seguimos las cuatro amigas, Sergio, Gabriela y Lena, una pareja de brasileños y yo. Pero en total éramos 62 los que vinimos a Florencia, muchísima gente. En dos horas y media, salimos del Lacio, pasamos Umbría y llegamos a Toscana. Llegando a Florencia recuperé la conexión y el GPS, no se si durará. El nuevo guía, que es un francés que se llama Felipe y no el griego chanta, empezó a contar la historia de Italia desde los etruscos. Al entrar, el bus paró en la Piazza de Michelangelo, desde donde se ve el río Arno y la ciudad y sus cúpulas.
Cerca del Hotel Mediterráneo, donde dormiremos esta noche, sobre el río Arno, nos encontramos con Sonia, la guía local que nos llevó a hacer un walking tour.
Vimos torres, que son restos de las murallas de la ciudad demolidas en el siglo XIX, bordeamos el Arno hasta la Biblioteca Nacional donde están las estatuas de Dante y Galileo, y fuimos hasta la Plaza de la Santa Crocce, donde está la iglesia del mismo nombre y donde los italianos juegan calcio, que es una especie de futbol medieval usando las manos y no los pies. Allí en la iglesia, que estaba cerrada, están enterrados Galileo, Maquiavelo, Rossini y otros. En la fachada hay una estrella de David, porque parece que una familia judía aportó los fondos.
Después pasamos por el Palacio de Justicia, y por el Palacio Gondi, donde Leonardo empezó a pintar la Gioconda, que luego terminó y dejó en Francia. Caminando llegamos a la Piazza de la Signaría, donde está el Ayuntamiento con el reloj que uno ve siempre en las fotos, más la Fuente de Neptuno, más esculturas y el mosaico que muestra el lugar donde fue asesinado Savonarola.
Pasamos el Palacio de los Uffici, con las estatuas de todas las personalidades que nacieron o se destacaron en la ciudad, el Ponte Vecchio, y arriba el Corredor Vassariano, que los Medici construyeron para ir de sus oficinas a su casa directamente y sin cruzarse con nadie.
De allí caminando fuimos hacia la Piazza del Duomo, pero pasamos por la Piazza de la Republica, en el lugar donde hay un arco de triunfo que recuerda la fundación de la ciudad por los romanos.
El Duomo es un edificio monstruoso que no cabe en ninguna foto, con un exterior impresionante de mármol de varios colores y estatuas.
Me fui con las 4 amigas al mercado callejero, donde venden de todo, pero después las perdí. Aproveché para ir a ver donde está el hotel que reservé para cuando vuelva a Florencia el día 23 de enero. Cambié la reserva para el 23, porque la original era a partir del 22 y yo ese día voy a llegar tarde a Roma y no quiero viajar y llegar a Florencia de noche. El hotel Il Guelfo Bianco está a 200 metros del Duomo en Via Cavour, y es una calle animada, con bares y restaurantes. Allí hay wi fi incluido y podré ponerme al día con mis lectores. Me atendió Francesco, que me cambió la reserva para el 23, se fijó en la computadora por los trenes de Roma a Florencia, que hay cada media hora, y me dijo que es una hora y media de viaje, y que saque el ticket en segunda.
Después me dediqué a caminar por la ciudad, que es muy bonita, tomé un café con un waffle de chocolate. A las 18 fuimos todos caminando hasta encontrar el bus y vinimos al Hotel Mediterráneo. Es muy grande. Tardaron en bajar y entregar las valijas. Mañana a las 6 hay que levantarse para partir a Pisa.
Escribí un rato, y cuando me levanté me di cuenta cuanto me dolían las piernas de tanto caminar.
Perdí otra vez la conexión del celular.
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