Domingo 29/7/2012. A las 8,15 estaba desayunando y sacándole fotos a los peces del estanque del patio del hotel.
Después me fui otra vez a la Catedral, era temprano pero ya había bastante gente. Bajé a la cripta del Apóstol y subí por una escalera sobre el altar donde hay una estatua. El lugar se llama "el abrazo del santo". La gente lo abrazaba. Como la Catedral de Oviedo, ésta también tiene un pasillo en semicírculo detrás del altar donde hay capillas. Recién a las 10 había misa pero ya varios curas cantaban en el altar.
Después me iba caminando a la estación de autobuses, pero allí cerca había una parada de taxis, así que tomé uno. Llegué a las 10, y a esa hora se iba el autobús a Finisterre, así que decidí ir a Lugo, que es otro lugar que quiero conocer por su muralla romana. Salió a las 11 y tardó una hora y media en llegar. Allí mismo frente a la estación estaba la impresionante muralla romana, que según Lonely Planet es la mejor conservada del mundo.
Entré por la Puerta del Castillo y ví el impresionante edificio del Ayuntamiento.
Allí hay un monumento a los fundadores César Augusto y Fabio Máximo en el 2021 aniversario de la ciudad, en 2007. Casi nada. La llamaron Lucus Augusti.
En un azulejo en una tienda de souvenirs, un pensamiento muy inteligente de Voltaire:
Llegué a la Catedral y había música en la plaza de enfrente.
En el piso, debajo de un vidrio, hay una piscina romana:
Pregunté cómo subir a la muralla y me indicaron. Caminé por la muralla hasta llegar otra vez a la Puerta del Castillo.
La ciudad conserva todo el perímetro de la muralla, y todas las puertas, se puede recorrer en su totalidad:
La estación de autobuses estaba allí enfrente y eran las 2 de la tarde. Me senté a tomar una cerveza con limón porque a las 14,30 salía el autobús nuevamente hacia Santiago de Compostela.
Tardó como dos horas, porque hizo paradas y pasó por el aeropuerto de Santiago, que es enorme.
Me fui caminando hasta el Parque de San Domingo de Bonaval porque me dijo una de las chicas de la recepción que allí había puestos de artesanía. No había, pero sí otra fiesta, un cantante y gente bailando.
España en esta época vive de fiesta.
Volví caminando al hotel y en el camino compré una minitarta de Santiago y otro bollo con crema pastelera porque este es un lugar muy particular y Diana, la recepcionista que está a la tarde, cuando llego, me invita a tomar café y se queda conversando conmigo. Tiene un novio venezolano y le interesa América.
Me quedé conversando un rato con ella y después subí a mi cuarto a escribir.
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