Viernes 6/4/2012. Me desperté
a las 6 porque había ruidos de gente llegando o yéndose del hotel y desplazando
valijas, así que a las 7 ya estaba desayunando. Me tuve que poner hielo en la
picadura, tengo la mano hinchada. Recuperé mi vestido-camisón rojo, y me puse
muy contenta. A las 9 empezó la visita guiada por el Cusco con la guía Melba.
Caminamos por la Plaza de Armas (antes Plaza
del Dolor) y la Plaza
del Regocijo, que en el tiempo de los incas formaban una sola gran plaza.
Alrededor hay cuatro
iglesias, que tienen en la base las piedras incas, o sea que antes de ser
iglesias fueron templos. Desde allí caminamos al Museo Inka (asi está escrito
en la entrada, con k).
Allí hay información y
objetos encontrados en las tumbas. Explica que los cadáveres eran enterrados en
posición fetal con sus objetos de uso cotidiano, comida y bebida, porque los
incas creían en la reencarnación, y la muerte era para ellos un viaje al final
del cual volverían a nacer en la misma posición. El oro no tenía para ellos un
valor económico, pero su color y brillo eran como el del sol, al cual adoraban.
La primera parte del museo
está dedicada a la cultura inca y la segunda a la época de la conquista. Allí
hay objetos de Garcilaso de la Vega ,
mestizo hijo de un español y una princesa inca, que vivió veinte años en el
Cusco, o Qosqo, como se dice en quechua, y escribió crónicas sobre esa cultura.
El 13 de marzo de 1650 era
lunes anterior a semana santa. Hubo un sismo en el Qosqo, sacaron la imagen de
Jesucristo de la iglesia y salió el sol. A partir de allí el Cusco tiene gran
devoción por esa imagen, que llaman el Señor de los Temblores, y por eso la
procesión cada lunes previo a semana santa. Este hecho convenció a muchos
cusqueños de adherir al catolicismo.
En el museo también se
habla de la coca, que es usada como remedio contra el soroche, el mal de
altura, pero también como trueque por otros productos, y contra la
osteoporosis, ya que es muy rica en calcio.
Cuando salimos del museo pasamos por el Palacio
Arzobispal, también ex templo inca, ya que tuene las típicas piedras en la
base, y subimos por una calle empinada al barrio de San Blas, donde está la
iglesia del mismo nombre.
Otra vez al bus y subimos a
la sierra desde donde se ve el Cusco, que actualmente tiene 400.000 habitantes,
y fuimos a un lugar que se llama Inka´s Expression, que es otra comunidad donde
muestran cómo consiguen las tinturas naturales para los colores de los tejidos
a partir de un insecto que se llama cochinilla. Este insecto triturado lo
mezclan con distintas sustancias y surgen diferentes colores. Allí venden
tejidos.
Volvimos a subir al bus
para ir a Sacsaywaman, que fue templo inca del sol, y que está igual que en
1980, con las grandes paredes en zigzag para evitar los sismos, construido en
piedra caliza de millones de años en bloques encastrados perfectamente y
orientada al este, a la salida del sol.
Nuestra guía Melba, que es
licenciada en turismo y muy buena comunicadora, explicó muy bien que los
cusqueños son profundamente católicos pero no dejan de adorar a la Pachamama. En un momento recitó
una oración en quechua que traducida al español dice:
“Señor
Dios Padre Todopoderoso, creador mío y redentor mío, me postro una vez más ante
tus pies para bendecirte y venerarte. Si el próximo año tú ya no me encuentras
aquí no me niegues y búscame y dime hijo mío. Jesús, tú estás en esa cruz, tú
has muerto por mí y has derramado tu sangre preciosa por mí. Padre amado,
mírame con compasión que soy hijo tuyo”.
Tanta devoción por la fe
católica después de la inquisición, del asesinato de sus gobernantes, del
saqueo de sus riquezas, del intento de aniquilar su religión y su cultura? No
es muy comprensible.
Cuando terminó el city tour
caminé por la Plaza
de Armas, compré hojas de coca para hacer peticiones a la Pachamama en el mes de
agosto y chocolates y fui al Mercado de San Pedro, que está a unas cinco o seis
cuadras y que Melba me había
recomendado. Era un lugar muy interesante, creo que yo era la única turista,
había un gran edificio con puestos y mucha gente afuera, la mayoría mujeres,
sentadas en el piso y vendiendo hierbas, yuyos
y cruces hechas con plantas, porque hoy es Viernes Santo. Mucha policía,
el mercado es municipal y evidentemente se necesita un permiso para vender
allí, porque escuché que le decían a un vendedor que no tenía permiso. Había
también mujeres que cocinaban y gente que comía en platos descartables.
Vendían grandes panes y
galletitas, pregunté si las galletitas eran dulces y me dieron a probar un
pedacito, se llaman maicillos, y son muy suaves, como masitas secas. También
compré hojas de coca molidas para la osteoporosis, por las dudas.
No me atreví a sacar fotos,
me dediqué sólo a mirar.
Después volví caminando
hasta la Plaza
del Regocijo y me senté en un bar con mesas en la vereda. Tomé cerveza y comí
una pizza de pollo muy rica. Me acosaron los vendedores ambulantes de gorros,
láminas, muñecas, sweaters. Después me volví al hotel. Mañana nos vienen a
buscar a las 5, me bañé y preparé mi valija, a las 9 estaba durmiendo.
Sábado 7/4/2012. A las
cuatro menos cuarto me desperté, a las 5 nos vinieron a buscar y a las 7,10
puntual salió el avión a Lima. Tardó justo una hora. Hubo que esperar hasta
casi la 1 de la tarde que saliera el vuelo a BA. Se podía salir del aeropuerto,
así que fui afuera a fumar. En Lima hace muchísimo calor.
Llegué a BA a las 7 y
cuarto, dormí casi todo el viaje. Hasta el próximo!
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