Vi la muralla de la ciudad, una casa medieval que dicen que era la de Giulietta (italianos mentirosos!!) que es un museo, la Piazza delle Erbe y la Piazza dei Signori.
Esta es la muralla:
Y la Plaza dei Signore:
Entré con Sandra a la arena, que es el Teatro de la Opera, originalmente un anfiteatro romano, pero me decepcionó. Ninguna indicación, y reconstruido totalmente.
Hacía mucho frío. Muchas tiendas de ropa en la calle principal, Italia es todo un gran shopping. Tomé chocolate caliente con crema, que se dice panna, le ponen una cantidad enorme con un aerosol. Para entrar en calor.
Vuelta al bus y a la 1 llegamos a Venecia. Tomamos el vaporetto que en 15 minutos nos dejó a cuatro puentes de la famosa Piazza San Marco. Caminando hacia allí vimos el también archifamoso Puente de los Suspiros.
Nos habían ofrecido pasear en góndola a 35 euros por persona, pero Sergio, Gabriela, Lena, Ana, Sandra y yo contratamos una góndola por nuestra cuenta y pagamos la mitad. El gondolero se llamaba Giovanni y nos contó su vida y cantó “Torna a Sorrento” mientras paseábamos.
Cuando salió de su estacionamiento y cuando volvió al mismo lugar a guardar la góndola se bamboleaba y me dio bastante pánico, y trataba de mantener quieta a Ana, que se movía para sacar fotos. Giovanni nos llevó por canales tranquilos y nos mostró palacios y casas. Hay lugares donde hay muy feo olor. También pasamos bajo el Puente de los Suspiros. La gente nos saludaba cuando pasábamos bajo los puentes y Giovanni hablaba con los otros gondoleros.
Cuando bajamos de la góndola (Giovanni iba indicando quien tenía que bajar para que no se desequilibrara) quedaba media hora hasta encontrarnos con el resto del grupo para ir a la fábrica de cristal de Murano y hacer la visita panorámica.
Sandra y Ana entraron en San Marcos, pero yo preferí caminar por la plaza porque a esta altura estoy saturada de iglesias. Alrededor de la plaza está el Palacio Ducal, la iglesia y museos.
Entré a un bar a tomar un café caliente porque al bajar de la góndola tenía los pies helados, no sé si del pánico o de la humedad. Adentro del bar entraban las palomas, que están por todas partes. En la Plaza miles de turistas y vendedores de chucherías (muchos turistas se sacan fotos con las palomas).
Caminando casi me pierdo del grupo porque me equivoqué de lugar y estaban media cuadra más para el lado de la Catedral, pero llegué. Nos llevaron a una fábrica de cristal de Murano a unos 200 metros de allí, donde un artesano hizo en dos minutos un caballo de cristal con las patas delanteras levantadas. Después intentaron vender objetos de cristal de todo tipo que habia allí y muchos compraron (los brasileros se compran todo lo que ven). Cuando terminó y salimos en la puerta nos estaba esperando la guía local que nos mostró los edificios que rodean la plaza.
El guía que tuve en Estambul me contó que los venecianos se habían llevado estatuas de cuatro caballos del Hipódromo, que está cerca del Palacio de los Sultanes, y me dijo que los iba a tener que ver en Venecia, porque nunca los habían devuelto.
Le pregunté a la guía de Venecia y me confirmó que efectivamente los caballos se encuentran en el Museo de la Catedral, y que hay una réplica en la fachada. No pude ir al Museo pero vi la réplica.
En 15 minutos llegamos donde estaba el bus esperando y al hotel. Comí con las 4 amigas y le dimos al chianti, que es exquisito.
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