sábado, 11 de agosto de 2012

VIAJE A ECUADOR - CUENCA E INGAPIRCA


Miércoles 21-7-2010. Hoy en el desayuno había jugo de mora, mango, piña y papaya cortados en cuadraditos y tostadas en lugar de pan. Fue mejor que el de ayer.
Como era temprano, y Carlos me venía a buscar a las 9 para ir a las ruinas de Ingapirca, salí a caminar. Ya temprano hay mucha gente en las calles. Subí y bajé las tremendas escaleras que conectan la calle Larga con la que bordea el río Tomebamba.



Todas las calles tienen carteles con el sol, que los incas adoraban:



Esta es la iglesia de San Alfonso. Todas las iglesias por dentro tienen adornos de oro.


A las 9 volví al hotel, llegó Carlos y fuimos a Ingapirca, que era una ciudadela inca que está parcialmente restaurada. Algunos dicen que era un centro administrativo y otros que tenía un fin religioso, porque la parte central, llamada la Elipse porque tiene esa forma, es el Templo del Sol. No se puede saber con exactitud porque la escritura de los incas no pudo ser descifrada.
Ingapirca, como todos los museos aquí, está a cargo del Banco Central del Ecuador.



Está más o menos a 100 km de Cuenca por camino de montaña (todos los caminos son así acá, en plena cordillera de los Andes).
En el camino pasamos por una ciudad llamada Biblian. Lo curioso es que tiene una iglesia construida en lo alto del cerro que es el santuario de la Virgen del Rocio y cuya pared posterior es la ladera de la montaña.


Comimos allí en Ingapirca y a las 4 de la tarde me dejó en el hotel. Descansé un rato y me fui al Museo del CIDAP, que está acá abajo en la calle que bordea el río Tomebamba. Allí hay artesanías de toda América Latina, incluso argentina.
Después me fui al Museo del Monasterio de las Conceptas, que está en la misma manzana del convento de clausura. Hay arte religioso y objetos que llevaban las monjas cuando ingresaban al convento, entre los 8 y 12 años!!!! Lo que más me impresionó eran los juguetes que llevaban, claro, eran nenas chiquitas! Además de llevar consigo sus objetos personales, tenían que pagar dote para entrar al convento. Pregunté a la guía del museo cuantas monjas vivían ahora en el convento y me dijo que son catorce.
El salón que es ahora auditorio era el cementerio de las monjas, allí están a los lados los nichos. Tiene techos muy altos y aberturas arriba, según la guía para que se vaya el olor a putrefacción porque guardaban los cadáveres en esos nichos envueltos en telas. Lindo auditorio.
Este museo me dejó un poco impresionada. Tomé un café pero no tenía hambre y no salí a cenar.



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